lunes, 5 de mayo de 2014

Trastornos del sueño

Trastornos del sueño

Los trastornos del sueño y el síndrome metabólico

La salud metabólica depende, además de la predisposición genética, de factores conductuales como los hábitos alimentarios y la actividad física.

     La carencia de sueño, trastorno que caracteriza los hábitos de vida de las sociedades modernas, representa cada vez más otro factor conductual que afecta adversamente la salud metabólica.

     El síndrome metabólico se define como un conjunto de alteraciones metabólicas, entre otras, obesidad visceral, alteración del metabolismo de la glucosa, dislipidemia e hipertensión arterial. Todas ellas aumentan el riesgo de morbimortalidad cardiovascular.

     Pocas horas de sueño, alteración de su calidad y patrones irregulares de sueño y vigilia se asociaron con rasgos metabólicos adversos, como obesidad y alteraciones del metabolismo de la glucosa, que son características del síndrome metabólico.

     Datos de estudios experimentales señalaron mecanismos por los que la falta de sueño podría generar enfermedades metabólicas, donde son importantes las vías neuroendocrinas nerviosas centrales que controlan la homeostasis de la energía y el consumo de alimentos. Vías periféricas, como las que regulan la función de los adipocitos (células grasas), también parecen ser sensibles al sueño insuficiente.

     Existe un vínculo causal entre la carencia de sueño y los rasgos metabólicos adversos que caracterizan al síndrome metabólico. En un análisis transversal de los datos del Adult Health and Behaviour Project, con 1.214 participantes de 30-54 años, mostró una clara asociación entre la escasa cantidad de sueño y el aumento de la prevalencia del síndrome metabólico. Mientras que la prevalencia de éste fue del 22%, aumentó al 48% en los que dormían pocas horas (6-7 horas por noche) y al 83% en los que dormían muy pocas horas (<6 horas por noche); es de observar también que el sueño prolongado (>8 horas por noche) también se asoció con mayor prevalencia del síndrome metabólico.

     En otro estudio con más de 56.000 adultos, mostró que la duración del sueño corta (<7 horas por noche) y larga (>8 horas por noche) se asocia con mayor probabilidad de obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedad cardiovascular.

     La duración del sueño como su calidad se vinculan con la salud metabólica, así la poca eficiencia del sueño nocturno –es decir, mucho tiempo acumulado de vigilia durante la noche- se asoció independientemente con la prevalencia del síndrome metabólico. El sueño superficial y los trastornos del sueño relacionados con trastornos respiratorios también se asociaron con el síndrome metabólico. Los ciclos irregulares de sueño y vigilia y la desincronización circadiana como consecuencia de los turnos rotativos de trabajo pueden ser especialmente perjudiciales para la salud metabólica.

     En un estudio de 1.811 empleados de una compañía aérea, la prevalencia del síndrome metabólico fue 2,13 veces mayor entre los que trabajaban en turnos rotativos que en los trabajadores diurnos. Por otro lado, haber trabajado anteriormente en turnos rotativos se asocia con mayor riesgo de hipertensión y diabetes tipo 2 y con mala calidad subjetiva del sueño. Estos datos sugieren que los problemas del sueño producidos por el trabajo en turnos rotativos, generan efectos metabólicos adversos prolongados.

     La poca duración del sueño (≤10 horas por noche) se asoció con obesidad infantil.

     La evidencia sobre el vínculo entre pocas horas de sueño y el mayor riesgo de diabetes tipo 2 es mayor aún que para la asociación con la obesidad porque la desincronía del ritmo circadiano, es decir, dormir fuera de los horarios habituales, también afecta adversamente el metabolismo de la glucosa.

     Dormir menos de 5 horas por noche se asoció con el aumento del 57% del riesgo de aparición de diabetes tipo 2 durante el seguimiento, escasa cantidad de sueño y dislipidemia, que se caracteriza por aumento del colesterol de las LDL y bajas concentraciones de colesterol de las HDL. Dormir menos de 5 horas por noche se asoció con mayor probabilidad de hipertensión. Dado que el síndrome metabólico y cada uno de sus componentes se asocian con aumento del riesgo de muerte prematura, es probable que la falta de sueño también se asocie con mayor mortalidad.

     La somnolencia diurna se asocia con disminución de la activación en la corteza prefrontal ventromedial en respuesta a imágenes con muchas calorías versus imágenes con pocas calorías, lo que sugiere que la falta de sueño podría alterar la capacidad para ejercer control inhibitorio sobre el consumo de alimentos.

     Sobre la base de los datos anteriores, la falta de sueño parece ser un blanco promisorio para la prevención y probablemente el tratamiento del síndrome metabólico y sus componentes. Por ejemplo, el tratamiento de la apnea obstructiva del sueño, que con frecuencia lleva a una importante fragmentación del sueño, tratada con presión positiva continua de las vías respiratorias mejora notablemente características metabólicas, como la homoeostasis de la glucosa, la dislipidemia, la hipertensión y la obesidad. Se debe tener en cuenta, sin embargo, que la apnea no sólo genera mala calidad del sueño, sino también hipoxia, que de por sí se asocia con características metabólicas adversas y, a su vez, mejora con presión positiva continua de las vías respiratorias.

     Mucho más común que las perturbaciones del sueño mencionadas es la restricción voluntaria asociada con las actividades de esparcimiento actuales, como el empleo de dispositivos electrónicos para juegos, las compras on line, las redes sociales o la televisión. En estos casos, programas de educación del sueño y tratamientos cognitivos conductuales centrados en mejor higiene del sueño podrían representar enfoques promisorios para inducir cambios de conducta que mejoren estas alteraciones metabólicas.


Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com


lunes, 21 de abril de 2014

No sólo es cuestión de peso

No sólo es cuestión de peso

Bien es sabido que la obesidad es considerada en la actualidad como una enfermedad cada vez más frecuente en la población general; y que esta situación conlleva además de problemas sociales o de integración, o sicológicos, problemas que afectan directamente a la salud en general y, sobretodo, en lo que se llama alteración metabólica, en la cual la diabetes, la hipertensión arterial, los problemas con el colesterol y los triglicéridos, y un estado inflamatorio continuo, pone a estos pacientes en una situación de riesgo continuo y creciente.

     Por lo general, el peso disminuye rápidamente en los enfermos con obesidad que son sometidos a cirugía bariátrica. La reducción del peso es notable desde las primeras semanas posteriores a la intervención y se asocia con cambios metabólicos favorables.

     Tres estudios recientes confirmaron los beneficios asociados con la cirugía bariátrica, en términos del control de la diabetes y la prevención de la enfermedad, en los sujetos con obesidad. Asimismo, los resultados en conjunto sugieren que en algunos enfermos, la cirugía está indicada para corregir los trastornos metabólicos, independientemente de la pérdida de peso. En este contexto se torna imprescindible conocer con exactitud cuáles son los cambios metabólicos vinculados con la cirugía, clásicamente destinada a bajar de peso.

     Por el momento, el índice de masa corporal (IMC) previo a la intervención sigue siendo el marcador más sensible para estimar el IMC luego de la cirugía.

     Para los cambios metabólicos, en cambio, la información es mucho más limitada.

     En ese contexto se analizó el papel de las citoquinas sintetizadas por el tejido adiposo, en la predicción de las modificaciones vinculadas con la cirugía bariátrica. Los niveles posquirúrgicos de la adiponectina y de la leptina se relacionaron con la resistencia a la insulina y con la reducción del peso. Sin embargo, la utilidad de la concentración prequirúrgica de adiponectina y de leptina, en términos de la predicción de la pérdida de peso y de la mejoría de la resistencia a la insulina, de la hipertensión arterial y de la dislipidemia, todavía no se definió.

     La visfatina es otra citoquina liberada por el tejido adiposo que influye en la masa grasa y en la homeostasis (regulación) de la glucemia, en los sujetos con obesidad. Asimismo, los estudios realizados en los últimos años demostraron el papel importante de la inflamación en la aparición de la resistencia a la insulina y de la diabetes. Actualmente se considera que la obesidad representa un estado de inflamación crónica leve.

     Luego de la cirugía bariátrica, el IMC, la glucemia en ayunas, los valores del HOMA-2-RI y los niveles de la HbA1c se redujeron significativamente. En estas pacientes, el IMC disminuyó en un 24,7% a los seis meses de la cirugía y en un 31% al año. La incidencia de diabetes en las pacientes con obesidad mórbida fue del 40% al inicio y se redujo a 3,3% después de la cirugía bariátrica. Además, los niveles de las HDL (colesterol Bueno) aumentaron considerablemente, en tanto que la concentración de los triglicéridos disminuyó en forma importante.

     Por lo que debemos entender que se producen cambios importantes en los niveles de las adipoquinas y otros mediadores metabólicos e inflamatorios luego de la cirugía bariátrica. La concentración de los marcadores denominados proinflamatorios (TNF-RI, TNF-RII y PCR) disminuyó luego de la intervención, en tanto que los niveles de la adiponectina, una adipoquina antiinflamatoria, aumentaron. Las modificaciones fueron significativas a los seis meses de la cirugía, con excepción de la visfatina, cuyos niveles descendieron en forma considerable recién al año.

     Las observaciones coinciden con los hallazgos referidos en trabajos anteriores, en enfermos obesos con diabetes tipo 2.

     En síntesis, los niveles altos de adipoquinas proinflamatorias antes de la cirugía bariátrica predicen cambios menos importantes en la glucosa, insulina, HbA1c y HOMA-2-RI, luego de la intervención. Por lo que se sugiere que la combinación de diversos marcadores metabólicos y de inflamación sería especialmente útil para predecir los cambios asociados con la cirugía bariátrica y, por lo tanto, para identificar los enfermos con más posibilidades de beneficiarse con la intervención quirúrgica.


Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com



domingo, 6 de abril de 2014

Debo hacerme colocar la vacuna para la gripe?

Debo hacerme colocar la vacuna para la gripe?

Esta es una pregunta frecuente entre los pacientes y en la población general, y la pregunta surge por la situación de que algunas personas, aparentemente, no padecen de gripe, otras que manifiestan que cuando se vacunan se enferman más, o porque manifiestan que se vacunan y lo mismo padecen episodios de gripe.

     Hoy no hay dudas de que la enfermedad es causa de hospitalización y muerte, sobre todo en los grupos que tienen alto riesgo. Tan es así que el Ministerio de Salud de la República Argentina incorporó en el año 2011 la vacuna antigripal al Calendario Nacional de Vacunación, con el propósito de disminuir la internación, complicaciones, secuelas y mortalidad en la población en riesgo en Argentina.

     Debe entenderse que la vacunación es una responsabilidad y un derecho de todos los habitantes y es indispensable el compromiso del personal de salud, los medios de comunicación y la comunidad, en la difusión de la disponibilidad de todas las vacunas del calendario nacional de manera gratuita y obligatoria.

     Las epidemias de gripe se reiteran anualmente. La variación menor dentro del mismo tipo de Influenza B o los subtipos de influenza A, se llama variación antigénica. Ésta ocurre constantemente y resulta en nuevas cepas, lo que produce epidemias estacionales. Dicha “mutación” genera la necesidad de producción de vacunas antigripales adaptadas a estas variaciones, cada año. Las variaciones mayores implican la emergencia de virus nuevos y generan pandemias, como la producida en 2009 por la cepa A/California/ 07/09 (H1N1)pdm09.

     La enfermedad es causa de hospitalización y muerte, sobre todo en los grupos que tienen alto riesgo de sufrir las complicaciones (niños pequeños, embarazadas, ancianos y enfermos crónicos). Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, las epidemias causan cada año de 3 a 5 millones de casos de enfermedad grave y unas 250.000 a 500.000 muertes. En los países industrializados, la mayoría de las muertes asociadas a la gripe se produce en mayores de 65 años.

     El virus de la influenza o gripe pertenece a la familia Orthomixoviridae. Hay tres tipos antigénicos, de los cuales dos, A y B, son los que más frecuentemente producen patología en el ser humano. En su superficie contiene glicoproteínas denominadas hemaglutininas (H) y neuraminidasas (N). Éstas facilitan la replicación; al mismo tiempo cambian periódicamente su secuencia de aminoácidos, lo que determina las variaciones antigénicas que presenta el virus y, por lo tanto, las mutaciones destinadas a evadir las respuestas inmunes del huésped.

     La enfermedad es fundamentalmente respiratoria, con mayor riesgo de hospitalización, complicación y muerte en los grupos de alto riesgo. Entre las complicaciones más frecuentes se encuentran: neumonitis, neumonía bacteriana y descompensación de enfermedades crónicas cardiovasculares, respiratorias, metabólicas.

     La vacuna antigripal es una herramienta decisiva para proteger de la enfermedad en forma total o parcial. Además, contribuye a limitar la circulación viral en la comunidad. Es en este contexto que la vacunación antigripal constituye una acción de salud preventiva de interés nacional prioritario, para cuyo éxito las instituciones del sector público, las sociedades científicas, las organizaciones de la sociedad civil, los servicios de salud privados, la superintendencia de servicios de salud, las fuerzas de seguridad, los ámbitos académicos y el personal de salud, entre otros, se unen en forma solidaria y eficaz.

     Transmisión: El virus de la gripe, tanto estacional como pandémico, se transmite mediante macro y microgotas expulsadas desde el aparato respiratorio a través de la tos, el estornudo o simplemente cuando se habla.

     Incubación: El período de incubación es aproximadamente de tres días, desde la exposición hasta el inicio de la fiebre y otros síntomas respiratorios, pero puede ser tan breve como algunas horas. En forma más rara, puede ser más prolongado.

     Prevención: La vacunación oportuna es la herramienta de mayor eficacia e impacto para la prevención. El lavado adecuado de las manos o su desinfección en forma frecuente es otra medida de alto impacto para evitar la transmisión de la gripe y de otras enfermedades infecciosas. Además, el observar medidas de control para toser o estornudar contribuye a disminuir la posibilidad de transmisión del virus.

     Tratamiento: El virus es susceptible al tratamiento con drogas antivirales específicas del grupo de los inhibidores de la neuraminidasa, tales como oseltamivir y zanamivir, especialmente cuando estas drogas se administran dentro de las primeras cuarenta y ocho horas de comenzados los síntomas de la enfermedad, independientemente de los tratamientos paliativos o para los síntomas; sin olvidar que aquellas personas que toman otro tipo de medicación es imprescindible la consulta médica pues tanto la enfermedad gripal como sus tratamientos pueden influir en la evolución de otras enfermedades y sus tratamientos.

     Para tener en cuenta…

Consejos para prevenir las infecciones respiratorias

  • Lavado de manos: Hay que hacerlo con frecuencia a lo largo del día.
  • Estornudos: Cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo descartable o con el ángulo interno del codo.
  • Pañuelos: Preferir los descartables y tirarlos a la basura inmediatamente después de usarlos.
  • Vacunas: Cumplir con el calendario nacional y las indicaciones médicas.
  • Higiene: No compartir objetos. Los virus permanecen en manijas, picaportes y pasamanos.
  • Ventilación: Evitar mantener los ambientes cerrados durante todo el día y permitir la entrada del sol.

Recordar...

Acciones recomendadas según la población

Personal de salud.
Aplicar una dosis de 0,5 ml. de vacuna antigripal.

Embarazadas.
Aplicar una dosis de 0,5 ml. de vacuna antigripal en cualquier momento de la gestación.

Puérperas hasta los seis (6) meses posparto.
Aplicar una dosis de 0,5 ml. de vacuna antigripal, si no han sido vacunadas durante el embarazo.

Niños y niñas de 6 a 24 meses inclusive.
Aplicar dos (2) dosis de 0,25 ml. de vacuna antigripal 2014. Los menores de 24 meses que hubieran recibido al menos dos dosis de vacuna antigripal años previos, deberán recibir una dosis.

Niños y niñas entre 25 a 35 meses inclusive, con factores de riesgo.
Aplicar dos (2) dosis de 0,25 ml. de vacuna antigripal 2014. Los niños entre 25 y 35 meses que hubieran recibido al menos dos dosis de vacuna antigripal años previos, deberán recibir una dosis.

Niños y niñas mayores de 36 meses a 8 años inclusive, con factores de riesgo.
Aplicar dos (2) dosis de 0,5 ml. de vacuna antigripal 2014. Los niños entre 36 meses y 8 años inclusive, que hubieran recibido al menos dos dosis de vacuna antigripal desde el año 2010, deberán recibir un dosis.

Niños y adultos de 9 a 64 años inclusive, con factores de riesgo.
Se aplicará una dosis de 0,5 ml. de vacuna antigripal.

Adultos mayores o igual de 65 años de edad.
Se aplicará una dosis de 0,5 ml. de vacuna antigripal.


Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com


lunes, 3 de marzo de 2014

La salud cardiaca y el matrimonio

La salud cardíaca y el matrimonio

Cada día está más firme el conocimiento de que el estrés o el tipo de calidad de vida emocional tiene una influencia directa sobre la salud y es en este sentido que en el caso de la vida matrimonial, la buena relación entre la pareja sin dudas que influye en la salud humana en general y cardiovascular en particular.

     Tal es así que los corazones ambivalentes (solteros o con vida conyugal complicada) estarían expuestos a un aumento del riesgo de padecer enfermedad cardíaca, según sugiere un estudio sobre matrimonios con sentimientos encontrados entre sí.

     El hallazgo más extraño fue que sólo si ambos integrantes de la pareja tenían sentimientos ambivalentes hacia el otro surgía ese aumento del riesgo (de enfermedad cardíaca), o sea que la salud de ambos esposos "es interdependiente; no importa lo que uno dice o hace, sino lo que ambos hacen en la relación" cuando se trata de la salud cardíaca.

     Estudios previos se habían ocupado de los efectos en la salud de los sentimientos positivos o negativos de las parejas, pero la realidad de la mayoría de las relaciones sentimentales no suele ser tan lineal.

     Por ejemplo, se estudiaron a 136 parejas de 63 años de edad en promedio y que habían estado casadas durante unos 36 años, los participantes respondieron preguntas para evaluar sus sentimientos hacia su esposa o esposo, cada uno tenía que calificar, por ejemplo, cuán contenedora o desagradable era su pareja en los momentos que necesitaba apoyo, consejo o ayuda; el equipo transformó esas respuestas en resultados "positivos" y "negativos".

     El 30 por ciento de los participantes gozaba de un concepto "positivo" de sus parejas, mientras que el 70 por ciento provocaba una combinación de sentimientos positivos y negativos, lo que el equipo consideró ambivalente.

     Los autores evaluaron el nivel de riesgo cardíaco de los participantes. Para eso, les realizaron estudios por imágenes para determinar la acumulación de calcio en las paredes de las arterias coronarias, también obtuvieron los valores de colesterol y azúcar en sangre e indagaron sobre los factores del estilo de vida (ejercicio y tabaquismo, por ejemplo).

     Las parejas en las que ambos tenían sentimientos ambivalentes hacia el otro registraban niveles significativamente más elevados de acumulación de calcio en las arterias que el resto; el equipo detectó un aumento del riesgo cardíaco sólo en esos matrimonios.

     Los resultados del resto de las evaluaciones no explicaron las diferencias observadas en las imágenes arteriales.

     Los sentimientos ambivalentes hacia la pareja influirían en gran parte en el nivel de riesgo cardíaco por el grado de contención ofrecido asociado con la calidad de la relación; esos efectos se aplicarían a cualquier tipo de relación.

     Al observar el papel que el matrimonio podría tener en la probabilidad de padecer un ataque cardíaco, los investigadores hallaron que los hombres no casados tenían entre un 55 y un 66 por ciento más de probabilidades de sufrir un ataque cardíaco, y las mujeres solteras entre un 60 y un 65 por ciento más, en comparación con los casados. La diferencia en el riesgo de morir de ataque cardíaco era incluso mayor para los hombres solteros que para las mujeres, afirmaron los investigadores. Para los hombres solteros, el riesgo de morir en 28 días tras un ataque cardíaco era del 60 al 168 por ciento más alto que para los hombres casados; en el caso de las mujeres solteras, el riesgo de morir de ataque cardíaco era del 71 al 175 por ciento mayor que para las mujeres casadas.

     Aún tras considerar otros factores de riesgo cardiovascular, como el tabaquismo, los antecedentes familiares y el colesterol elevado, en los pacientes solteros se duplicó el riesgo de morir o padecer una complicación cardiovascular grave, como un infarto, después de una angioplastía. Si bien el colesterol elevado y los antecedentes familiares de enfermedad cardíaca eran más comunes en el grupo
de casados, los solteros eran más propensos a padecer las complicaciones cardíacas más graves (muerte, infarto o nuevas angioplastías) en los 12 meses posteriores a la intervención original.

     Las probabilidades de morir de ataque cardíaco eran mayores para los hombres y mujeres solteros en todas las edades, en comparación con las personas casadas que tenían una edad parecida.

     En una relación cercana, como un matrimonio, una persona pasa mucho tiempo con otra, interactuando tanto con experiencias negativas como positivas de cada uno de ellos, como también las vividas plenamente en pareja, situación que aparentemente reduce el riesgo de ataque cardíaco tanto en hombres como en mujeres; por otro lado, hay estudios que han mostrado que estar soltero o vivir solo incrementa el riesgo de desarrollar y morir de enfermedad cardíaca.

     A los 30 días de la intervención, el 3,1 por ciento de los solteros y el 1,2 por ciento de los casados sufrieron una complicación cardiovascular grave. Al año, las cifras fueron respectivamente del 13,3 y 8,2 por ciento. Además, los solteros fueron dos veces más propensos que los casados a morir por cualquier causa.

     Además, el beneficio aparente del matrimonio fue mayor en los hombres que en las mujeres. El equipo advierte que los solteros tendían a llegar más enfermos a la angioplastía (por ejemplo, eran más propensos que los casados a estar cursando un infarto).

     Los pacientes cardíacos necesitan apoyo y su atención no culmina en el hospital, esto significa que si un paciente no tiene alguien que lo pueda cuidar, debería recibir atención especial.

     En una relación ambivalente, "uno es menos propenso a acercarse al otro en búsqueda de contención. Y si el otro es el que tiene sentimientos ambivalentes, será menos propenso a pedir ayuda".

     Además, sobre todo para hombres y mujeres de mediana edad, estar casado y la cohabitación están asociados con un pronóstico considerablemente mejor en las incidencias por eventos coronarios agudos antes de ser hospitalizados y después de llegar con vida al hospital, esta última es la conclusión de un estudio que aparece en la edición del 31 de enero de la revista European Journal of Preventive Cardiology.

     Para concluir podemos decir que la adecuada vida de relación conyugal tiene un efecto benéfico sobre la salud general y en particular la cardiovascular.


Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com



domingo, 23 de febrero de 2014

El aborto y los nacimientos de mortinatos

El aborto y los nacimientos de mortinatos

El aborto y los nacimientos de mortinatos se asocian con riesgo de eventos vasculares futuros de la madre.

     El sexo femenino se considera un factor protector contra la aterosclerosis y sus enfermedades relacionadas como el infarto cardíaco; pero se encontró que en  los casos de abortos espontáneos existiría una probable causa común con la  enfermedad aterosclerótica.

     La inflamación sistémica subyacente y la enfermedad vascular parecen relacionar los eventos adversos asociados con el embarazo y las condiciones que tienen en común los cambios ateroscleróticos en el lecho vascular, como los infartos de miocardio y cerebral y la hipertensión renovascular (de origen en el riñón).

     En tal sentido se realizaron estudios poblacionales, de seguimiento a largo plazo con más de un millón de mujeres, para comparar las tasas de enfermedad aterosclerótica cardíaca (enfermedad cardíaca isquémica, infarto de miocardio), cerebral (infarto cerebral) y renal (hipertensión renovascular) en aquellas que sufrieron abortos espontáneos y nacimiento de mortinatos y las que no los tuvieron. Por cada aborto adicional hubo un incremento de infarto de miocardio de 9%, infarto cerebral 13% e hipertensión renovascular 19%. Las tasas de infarto de miocardio, cerebral e hipertensión renovascular aumentaron con el incremento en el número de abortos; por cada aborto adicional hubo un incremento entre el 9% y el 20%, según la patología (infarto de miocardio en un 9%, infarto cerebral en un 13% e hipertensión renovascular en un 19%). Las tasas de infarto de miocardio, cerebral e hipertensión renovascular en las mujeres menores de 35 años aumentaron entre un 35% y un 55% por cada aborto adicional; mientras que en aquellas de 35 años o más, las tasas se incrementaron en sólo un 6% a un 7%.

     No se encontró un incremento en las tasas de infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular en el primer año después del aborto.

     En el caso de infarto de miocardio, se observó que la tasa aumentó con el tiempo transcurrido desde el primer aborto, con el mayor efecto encontrado luego de cinco años o más.

     En los casos de infarto cerebral y de hipertensión renovascular, la tasa no difirió con el tiempo transcurrido desde el aborto.

     En total, los mortinatos se asociaron con una tasa de riesgo superior en comparación con los abortos; aunque en las mujeres con antecedentes de cuatro abortos o más, las tasas de aumento fueron similares.

     El incremento para la tasa de infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular fue de similar magnitud en las mujeres con antecedentes de aborto. A mayor número de abortos, mayor incremento en las tasas de estas tres patologías. Los resultados obtenidos indican un vínculo etiológico (origen) entre la pérdida del embarazo y los eventos ateroscleróticos, que podrían estar relacionados con un proceso fisiopatológico iniciado por el aborto o el nacimiento de un mortinato que lleva a aterosclerosis o por un mecanismo subyacente común, posiblemente genético.

     El hallazgo de que las pérdidas de un embarazo se asociaron con eventos ateroscleróticos posteriores en tres órganos diferentes indica que existe un mecanismo común subyacente.

     El sistema inmunitario y los mecanismos inflamatorios, como las respuestas de linfocitos T helper tipo 1 (Th1), parecen cumplir un papel en los abortos, lo cual indica que la pérdida de un embarazo se asemeja a situaciones autoinmunitarias (el  sistema inmunológico ataca al mismo organismo).

     Recientemente, se encontró que diversas enfermedades autoinmunitarias se asociaron con un riesgo aumentado de aterosclerosis. Las placas ateroscleróticas sobre el endotelio contienen células inmunitarias activas como células T activadas y macrófagos, junto con moléculas de señalización que promueven las respuestas. La disfunción endotelial (alteración del funcionamiento normal de las arterias) se asoció con abortos previos. Por ello, se considera que los procesos inflamatorios son útiles para explicar los mecanismos subyacentes comunes, influidos genéticamente, tanto de la pérdida del embarazo como de las condiciones fisiopatogénicas de la aterosclerosis.

     La disfunción endotelial producida por los procesos inflamatorios sistémicos es un mecanismo subyacente común plausible para abortos, mortinatos e infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular. La patología vascular resultante podría contribuir con las alteraciones placentarias durante el embarazo, con la consiguiente pérdida y el aumento en la probabilidad de infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular.

     En conclusión, el aborto y los nacimientos de mortinatos se asociaron con un riesgo incrementado de infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular.

     Estas condiciones tienen como hallazgo común los cambios ateroscleróticos en el lecho vascular y, por ello, la pérdida del embarazo podría ser un factor de riesgo posible de enfermedad aterosclerótica en las mujeres.

     Los hallazgos obtenidos avalan una etiología en común (posiblemente vinculada con un componente genético) para la pérdida del embarazo y los eventos ateroscleróticos o el inicio de procesos patológicos para la aparición de abortos o de mortinatos que lleven a estas condiciones ulteriores. En cualquier caso, los procesos inflamatorios vasculares parecen ser el denominador común, por lo que es recomendable en situaciones de abortos espontáneos o mortinatos, evaluar el funcionamiento arterial o procesos ateroscleróticos precoces y asintomáticos a los fines de prevenir enfermedades serias como el infarto, el ACV o la hipertensión arterial de origen renal.


Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com